Renovación de edificio comercial en el Paseo de Meloneras, San Bartolomé de Tirajana

Ubicación
Paseo Marítimo de Meloneras, parcela C3-3, quiosco nº 33. 35100 San Bartolomé de Tirajana
Año de terminación
2016
Superficie total construida
950 m2

Agentes:

Arquitecto
Elías Cabrera Jiménez
Arquitecto
Paulino Cal Macías
Arquitecta
Laura Zurita Saavedra
Arquitecta
Ana Belén Castro
Arquitecto técnico
Jorge Melantuche Martínez
Promotor
Fund Grube SA
Constructor
Construcciones Guanarteme

Memoria

Los proyectos se entretejen en el diálogo que se establece entre las intenciones de los promotores y las intuiciones de los arquitectos. En este caso, las premisas de partida eran muy claras: abordar la oportunidad que brindaba el prematuro envejecimiento de un espacio comercial privilegiado, para definir una imagen de marca.

Desde este punto de vista, el proyecto abordó una reconstrucción de un inmueble anterior que pretendía ir mucho más allá de la mera renovación material y formal de materiales y acabados. El objetivo era convertirse en un atractor, un nodo focal en el espacio público del paseo marítimo.

Para su definición era importante comprender su posición en el tejido en red que configura la trama urbana, y que se define por los flujos de movimientos de los viandantes. En la ubicación del inmueble, confluye el flujo principal del paseo marítimo, con los flujos de viandantes generados por los establecimientos hoteleros que no están situados en el propio paseo, y que encuentran aquí el nodo de acceso al paseo marítimo.

Es un foco clave en el que la configuración del espacio público estaba encomendada a unos volúmenes comerciales. Sin embargo, estos presentaban un deterioro tan avanzado que requería de una rehabilitación integral. Esta encontró el encaje legal y urbanístico en el Plan de Modernización, Mejora e Incremento de la Competitividad del sector turístico de San Bartolomé de Tirajana.

Contando con los “márgenes” que permitía dicho instrumento, lo primero que planteó el proyecto es la recuperación de la máxima simplicidad formal del cilindro, y la eliminación de la compleja solución formal de la cubierta preexistente.

En su sencillez, el cilindro tiene una capacidad de incidir en el movimiento que va más allá de su uso comercial. Funciona como captador de energía, un espacio que invita tanto a deambular a su alrededor como al ingreso. Su capacidad de reclamo reside en parte en el simbolismo del círculo. El trazado del mismo es un gesto cultural primario, tanto el niño que lo dibuja en el suelo, como el derviche danzante, recurren a una forma sinérgica con el propio movimiento del cuerpo. Ambos indican cual es la clave, el recorrido y el reconocimiento del “límite”, de la línea de transición entre interior y exterior, que en nuestro caso queda definida por la piel del objeto.

Por eso, se persiguió la mínima expresión material de la piel, una envolvente de vidrio en toda la altura del volumen, que se limitaba a “atrapar” el espacio. El proyecto se redujo entonces a un gesto primario: “capturar” el aire, como se encapsula un aroma. Así, el espacio resultante es la “sombra” proyectada de la cubierta, y en consecuencia se pone todo el énfasis en su definición formal.

A partir de esas premisas, el resto de las operaciones proyectuales que requería el proyecto, respondía a cuestiones funcionales y de organización espacial interior. Para ello se reubicaron los núcleos de acceso y comunicación, reorganizándose el espacio comercial interior. Todos estos objetivos, discurrían paralelamente a unas obligaciones de los promotores que imponían unos plazos mínimos de ejecución. Tanto el nuevo proyecto, como la demolición de la edificación anterior y la reconstrucción del conjunto se ejecutó en un plazo menor de dos meses.

Por las necesidades de construcción y rapidez en la ejecución, así como que todos los materiales a emplear debían estar disponibles, se optó por emplear perfilería metálica para la estructura de la edificación, anclada ésta al muro de contención perimetral y a la estructura de hormigón existente en el sótano. Como cerramiento vertical se dispusieron 32 paños de cristal templado de 12+12mm de sección con una altura de 6 metros y un ancho de 2,41 metros, sin carpintería alguna, simplemente apoyados en su base sobre perfiles en “U” de acero inoxidable y sujetos de la misma forma en su extremo superior. Para la cubierta se utilizaron paneles sándwich compuestos por dos capas de cobertura exterior metálicas de acero galvanizado y un núcleo aislante de espuma rígida de poliuretano.

En definitiva, esta edificación ejemplifica la necesidades de respuesta inmediata y a su vez cambiante y de transformación permanente en los que se mueve el mercado del retail en estos momentos y en consecuencia también nuestra sociedad.

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