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La vivienda resulta, básicamente, una volumetría en “L” cuya diagonal está orientada a sur, y cuyo lado más corto, hacia la calle, adquiere dos alturas. Pero también trata de reflejar la experiencia de habitar en la vivienda contigua, la “Casa Márquez”, reinterpretando momentos, situaciones o incluso anhelos en la vida en aquella casa…
La familia que adquiere el solar es la misma que la propietaria del solar contiguo donde se ubica la “Casa Márquez”, una vivienda racionalista de 1939 obra del arquitecto Miguel Martín Fernández de la Torre. La intención en un primer momento era agregar la parcela adquirida y hacer una ampliación de la vivienda. Pero el planeamiento vigente no lo permite. La “Casa Márquez” , en adelante “C.M”, está sujeta a una protección de grado C, ambiental, cuyo alcance afecta a la parcela.
Por ello, aunque no exista contacto alguno con la vivienda citada y se mantenga la independencia de cada parcela, no se concibe el proyecto sin su relación con la “C.M”. La vivienda quiere mantener un diálogo formal con la misma y, a su vez, tratar de crear un conjunto volumétrico que resuelva el proyecto sin perjuicio de la primera e incluso, revalorándola.
Pero también quiere saber situarse, adecuarse al entorno. Si bien la vivienda racionalista es un volumen rotundo con una posición central en la parcela, quedando el jardín en el perímetro, la principal intención del proyecto es construir un volumen que “anide” el espacio libre. Como el patio de las tipologías tradicionales de la arquitectura popular canaria, este espacio se convierte, gracias al suave clima del lugar, en el elemento aglutinador de la vida cotidiana. Un espacio al abrigo de los vientos alisios y del ruido de la carretera que le da acceso, un microclima controlado, orientado principalmente a SE, con presencia de agua y vegetación. Espacio de estancia, de paso, de juego… y extensión del espacio interior, o quizás ocurra al revés…
Su forma en «L» (o casi «G», haciendo un guiño al promotor), permite que la casa se abra al jardín pero además, que se mire a sí misma, creando visiones cruzadas. Esta L queda prolongada por la presencia de una piscina anexa a la casa, logrando así un correcto asoleamiento de ésta y la liberación del resto del jardín.
La vegetación de porte que ya existía en el perímetro de la parcela, conforman junto a nuevas especies arbustivas y trepadoras un “L” complementaria, que envuelve al espacio libre creado. Un espacio sin obstáculos, siguiendo el deseo del promotor, que permita la mayor flexibilidad de uso posible. (Hasta casi toda la obra se mantuvo una palmera canaria existente que pretendía contribuir a este espacio, pero por el motivo anterior el promotor decidió finalmente trasplantar)
Y si bien, como se ha comentado, hacia el interior de la parcela se desciende de escala, haciéndola más cercana al jardín, la configuración volumétrica hacia la calle adquiere dos alturas y mantiene cierta relación volumétrica con la “C.M”. así como el ritmo de las edificaciones del entorno. Mantiene dicha altura hasta el punto en que la “C.M” deja de estar retranqueada, y dirige las aberturas de sus dependencias hacia la parcela. El proyecto pasa a tener una planta. De esta manera, la banda de dormitorios a suroeste de la vivienda catalogada sigue manteniendo su soleamiento y la profundidad de las vistas.
El punto más singular de la “C.M”, una terraza cubierta en la esquina sur de la planta alta, seguirá conservando sus vistas y estará rodeada de las copas de los árboles existentes. El cuerpo de una planta del proyecto no llega hasta el límite edificable. De esta manera, desde el jardín del proyecto, se advertirá la presencia de este cuerpo singular de la “C.M” y viceversa. .Asimismo, con la intención de sacar el máximo partido a las vistas hacia norte de la vivienda (hacia La Isleta), se acentúan dichas esquinas. En este sentido, dialogando también con el balcón análogo (aunque central) de la Casa Márquez.
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