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Memoria
En la vivienda en el Muro Marrero en la Playa de Las Canteras, sucede que la fachada original de la casa de trazas coloniales inglesas construida a principios del siglo XX es objeto de protección. Por ello la intervención adquiere la apariencia de una escenografía de carácter “telescópico” donde el nuevo cuerpo que emerge sobre la cornisa y que se ejecuta en acabado de aluminio de aleación naval exhibe las huellas a modo de ranurado vertical de esa supuesta condición deslizante.
A modo de aparición, el nuevo volumen se asoma para atrapar desde su perfil abocinado las vistas del horizonte marino.
El zócalo quebrado e irregular de la fachada en su contacto con el Paseo de las canteras sugiere una actitud idéntica: la casa emerge de la profundidad del suelo y en ese perfil escalonado se leen las huellas de su deslizamiento hacia arriba.
Los tres grandes balcones acristalados enmarcan a su vez el horizonte desde el interior y lo resitúan como tres grandes ficciones pictóricas superpuestas al muro original.
Una escalera que cambia de peso visual y material en su interior conforme asciende desde el sótano hasta materializarse literalmente colgada del techo en su aparición en la primera planta, provoca discontinuidades en la forma de los espacios habitables que se manifiestan sensibles a los espesores provocados por esta y su relación con la envolvente.
Un pozo en el sótano permite medir la posición altimétrica de la casa respecto del movimiento de la cercana marea.
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